lunes, 21 de marzo de 2011

Capítulo VII: El Intercambio

Alima, con mucho cuidado y sin que el hechicero se diera cuenta, cambió la pegatina del libro de matemáticas por la del libro mágico. Muy lentamente la chica le entregó el libro de matemáticas a Malas Pintas.  El mago, cegado por la codicia, cogió el libro sin reparar mucho en su portada y se dirigió a su castillo. Cuando llegó a su castillo, abrió el libro, viendo que estaba lleno de sumas, restas, multiplicaciones… y muy enfadado gruñó:

- ¿Qué es esto? ¡¡¡Yo no sé matemáticas!!!

Mientras tanto Alima se ocupaba  de Néstor. El chico estaba malherido, no solo le dolía todo su cuerpo, sino que también le corroía el remordimiento de haber entregado el libro al mago. Eligiendo las palabras con cuidado le dijo a su amiga:  :  

-         Lo siento ha sido mi culpa.

-         Pero… ¿de qué hablas? – Le dijo la chica entre risas.  

-         Pues del libro. – Se confirmó en sus palabras.

-         El libro está aquí. Cambie las pegatinas de los libros sin que se diera cuenta. – Respondió Alima.

-         ¿Qué libro le has dado? – Preguntó Néstor entre grandes carcajadas.

-         Pues… el de matemáticas.

Al día siguiente Néstor y Alima  se  fueron a ver a los dos dragones. Pero cuando entraron en la cueva sus dos mascotas ya no estaban allí. Solo estaba el gran mago Malas Pintas.

-         ¿Creísteis que me ibais a engañar tan fácilmente? Pues ahora mirad. Tengo a vuestros dragones aquí.

El mago abrió su mano y dentro de ella se encontraba una pequeña bola de cristal donde los dos dragones se chocaban intentando salir de ella. En ese preciso momento Alima comenzó a reírse.

-         Ja ja. Tengo el libro mágico y puedo hacer que salgan de ahí en un periquete.

Malas Pintas no hizo nada y dejó que la chica escribiera en el libro.

<<Que salgan de la bola de cristal>>

Y tras sus palabras… Nada. Los dragones continuaban dentro de la bola de cristal y la chica, incrédula, perdió la sonrisa que había estado dibujada en su cara.

-         El libro no puede hacer nada contra mí. – Comentó el mago a los chicos que no podían creerse lo que estaba ocurriendo. – La magia no puede hacer nada en contra de la magia. Ni vosotros podéis dañarme con el libro y no yo puedo usar la magia contra él. Os doy una última oportunidad. Pensadlo bien. En 48 horas os tenéis que presentar en mi castillo y entregarme el libro, de lo contrario los dragones morirán.

Néstor se armó de valor y con tono chulesco dijo:

-         ¿Solo en 48 horas?

Malas Pintas miró desafiante al chico y le respondió:

-         Está bien, en 24 horas.

Néstor se disponía a retar de nuevo al mago, cuando Alima le pellizcó con fuerza el brazo y le dijo muy bajito:

-         Mejor cállate, guapo.

De repente el mago desapareció de la cueva, dejando a los dos chicos solos y pensativos. Alima torció la mirada y la posó en Néstor, diciéndole entre sollozos:

-         ¿Ahora qué vamos a hacer?

Autor: Stefán Calín
Coautores: 3º Ciclo

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