miércoles, 23 de febrero de 2011

Capítulo III. Una nueva mascota.

-          ¡Aaaahhhhhhh!- Gritó la bibliotecaria, antes de caer desmayada al ver como toda la sala de naturaleza estaba hecha cenizas.


Al día siguiente Néstor y Alima fueron a la biblioteca y se encontraron todo hecho polvo, las estanterías estaban calcinadas, miles de libros llenaban el suelo de la sala y ambos se sintieron culpables de todo lo que había ocurrido, de repente a Néstor se le vino a la cabeza una idea...

-          Alima, podíamos coger el libro y solucionar todo esto.

Alima sonrió aceptando la idea de Néstor y este de inmediato sacó un lápiz y el libro y escribió:

<<Que todo vuelva a ser como antes.>>

De repente los libros comenzaron a volar a sus estanterías, estas a su vez recobraban su estado anterior y un remolino de viento recogió todas las cenizas convirtiéndolas de nuevo en los objetos que se habían calcinado.
 
Al momento la bibliotecaria recobró el sentido y al ver que todo estaba en su lugar y en perfecto estado dijo antes de caer desmayada de nuevo:

-          Tanto leer libros de fantasía… me va a volver loca.


A la noche siguiente Néstor no conseguía dormir, no se podía quitar de la cabeza aquel maravilloso dragón y fuera o no peligroso quería volver a verlo, miró el libro mágico que descansaba en el escritorio y se levantó, cogió el lápiz y volvió a abrir el libro.
Con la mano temblorosa y la caligrafía alocada escribió:

<<Un dragón Rojo…>>

A los pocos instantes el dragón apareció tras él, el miedo se apoderó de Néstor, pero increíblemente el dragón no escupía fuego, parecía tranquilo y relajado. Néstor quedó maravillado con su nueva mascota.

Los grandes y pesados pasos del dragón se escuchaban por toda la casa, el techo de la primera planta temblaba bajo las grandes zancadas. Néstor miró al dragón reprochándole su andar y este se encogió de hombros sin saber que responderle:

-          ¡Néstor! ¿Qué haces? Es muy tarde ya. – Chilló su madre desde la planta baja de la casa.

El chico volvió a mirar al dragón pidiéndole que no hiciera tanto ruido, los dos se pusieron de puntillas y llegaron hasta el ventanal que adornaba la habitación de sus padres. Néstor abrió las grandes puertas de cristal y el dragón salió a la terraza desplegando sus grandes alas.
Aún con el cuidado que los nuevos amigos se habían tomado para no hacer ruido, la madre de Néstor apareció en la puerta de su habitación:

-          ¿Qué haces aquí? – Preguntó enfadada.

-          Nada… tomar la Luna.

La madre de Néstor lo miró extrañada, frunció el ceño y volvió a preguntar:
-          Ahora en serio, ¿Qué haces?

El chico dudó, se armó de valor y le preguntó a su madre:

-          ¿Qué me dirías si te dijera que tengo un dragón como mascota?

Y la madre le contestó…

                                                           Autora: Violeta Agudo Hernán
                                                                    Coautores: 3º Ciclo

7 comentarios:

  1. CHICOS FELICIDADES!!!!!!!!! ME ENCATA, SEGUIR ASI !!!
    UN SALUDO DE MIRIAM

    ResponderEliminar
  2. Muy bien Violeta, tu imaginación vuela, jeje, pero menuda mascota!!! haber que hace tu proximo compañero con ella....

    Araceli Hernán

    ResponderEliminar
  3. genial!!! seguir asi...

    ResponderEliminar
  4. EH!!!! Que bueno, yo quiero un libro de esos que lo regogen todo jajaja.......................

    ResponderEliminar
  5. jiji:$
    Y yo tambien para que no tenga que recoger mi habitación :)

    ResponderEliminar